Un wassap al año para felicitarnos la Navidad, esa es la única relación que nos queda. El último hilo en una relación en que lo único que compartimos fueron unos genes. Vivimos juntos los primeros años de nuestras vidas y en estos momentos siento que somos unos desconocidos. Mi primer recuerdo, eres tú, llamándome, mientras te columpias.
Hace unos años nos encontramos por casualidad, en el restaurante de un centro comercial. Tu estabas con tu mujer y uno de tus hijos, yo me acerqué a saludar junto a mis dos hijos, que en aquella época todavía eran pequeños. Y evidentemente nos fuimos a comer a otra mesa, yo sabía y aceptaba que tenias conmigo una relación fría y distante. Que no tenía un lugar dentro de tu familia. Al acabar, me acerqué a despedirme por la mesa en la que estabas sentado con tu mujer y uno de tus hijos. Comenté lo cambiado que estaba vuestro hijo y os resultó gracioso puesto que creí que era el mayor y resultó ser el pequeño. ¿Realmente fue gracioso que no supiera de cuál de tus dos hijos se trataba?. En sí no dejaba de ser la confirmación de un distanciamiento que venía de muy lejos.
Te he escrito un rato y luego me he ido a duchar. Mientras me peino me he dado cuenta de que en alguna parte de mi cerebro se ha creado un sueño, una realidad onírica, donde se crea una historia alrededor de este adiós. Siento que la he soñado, pero en realidad me estaba peinando. De ella sólo recuerdo agua y mensajes. Va pasando el rato y menos recuerdo del sueño sentido. Solo sé que me ayuda a entender y procesar este adiós, como si fuera algo que yo ya hubiese hecho hace tiempo. Te dejo, mi familia de corazón me espera, luego te seguiré explicando. Bueno, en realidad me lo explico a mi misma, simplemente porque necesito hacerlo.
Sé que siempre te hablaron mal de mí, a mí me hablaron mal de ti (sé que no lo sabes, pero ella también me hablaba mal de ti, contaba que un médico le dijo que tu cerebro era como una fruta que nunca acabaría de madurar, lo decía con rabia y desprecio hacia tí. Sé que estarías sorprendido al saberlo, sé que nunca te planteaste de que de la misma forma que hablaba pestes de mí, pudiera hacerlo de tí). Soy consciente de que hablaba mal de mí a todo aquel que quisiera escucharla.
Soy consciente de que me viste en los momentos de mayor destrucción personal. Una destrucción personal que duró años. Sé que no lo entendiste, también sé que no me odiabas. Sé que te sorprendió que formara una familia y me fuera bien con mi pareja y mis hijos. Sé que posiblemente nadie que me hubiese conocido con anterioridad, creería que fuese capaz de formar una familia, encima, con una persona tan buena, tan pendiente de mi y nuestros hijos como mi marido. Reconozco que cuando le conocí me tocó la lotería, el euromillón y el cuponazo juntos.
Busco una fórmula en mi cerebro y en mis sentimientos para despedirme de ti, pero no la encuentro. Me emociono, es difícil definir lo que queda de mis sentimientos hacia tí, tal vez vacío y algo del cariño que sentí por tí.
Hasta el próximo wassap por Navidad.
Rosa García, alias Chica Asteri



