De la infancia a la adolescencia (la transición). En mi opinión ya se sabe que esta etapa de la vida, es quizás, la más difícil de llevar para uno mismo y su familia. En mi caso, no sé si por ser una persona diagnosticada, se multiplicó.
Viví la transición de la infancia a la adolescencia, a la vez que vivíamos la transición española, (mediados de los ochenta), permitidme la analogía.
Se respiraba en el ambiente una libertad o mejor dicho liberación, que se notaba en mi entorno. En el colegio, con la inmersión lingüística y los programas piloto sobre educación sexual, que pocos años antes, hubieran escandalizado a la mayoría.
En la ciudad, había cines que programaban películas eróticas, denominadas “S”, por aquel entonces. La época del destape estaba en su máximo esplendor. Recuerdo que con 12 ó 13 años íbamos a ver las fotografías que colgaban en un cine muy conocido, en plena avenida.
La gente que acudía, era en su mayoría hombres, por no decir todos.
Pero no nos dejemos llevar por la lujuria y vayamos a mi situación personal. Como he dicho antes, esa etapa no fue fácil.
Yo la recuerdo como una de las mejores de mi vida, a pesar de los pesares. Y digo esto porque recibí “bullying”por parte de compañeros de EGB y posteriormente siguió en el instituto de Formación Profesional. Sentía que estaba realmente perdido y no sabía qué hacer.
Mi hermano mayor, con el cual me llevo 10 años, era un referente para mí. Con un padre que asustaba más que educaba, él hizo esa función, no la de educar, porque siempre iba a su bola, como se suele decir y pasaba poco tiempo en casa. A veces le reprocho el hecho de que no defendiera a nuestra madre de los abusos psicológicos y físicos que recibía.
Otras veces no lo culpo, porque yo tampoco hice nada, quizás por miedo, no lo sé. Nunca hemos hablado del tema, ni creo que lo hagamos, es un tabú dentro de la familia.
Pero siempre me quedará la espinita clavada, de que hubiera pasado si él hubiera hecho lo que yo creía que sería lo correcto, años atrás.
El caso es que a mi hermano, desde pequeño, le encantaba la mecánica y ha hecho de su pasión una profesión. Recuerdo que antes de eso, su pasión eran las manualidades, con maquetas y montaje, de pequeños soldados, de la segunda guerra mundial. Por cierto, tenía una enciclopedia de 6 volúmenes, sobre la última gran guerra, que yo devoraba después de salir del colegio. He de decir a todo esto, que yo era un estudiante mediocre, y lo único que me interesaba era jugar a fútbol. Luego, a mediados de los ochenta, llegó a España el boom del baloncesto, al cual me aficioné.
Aparte de practicar deportes, leer enciclopedias y demás, yo era un adolescente realmente tímido, de una timidez extrema e introvertido, con muchos complejos e inseguridades. En este contexto, mi hermano era mi guía y referente. Lo veía como una persona fuerte y segura de sí misma, que sabía lo que quería en la vida y lo había tenido claro desde siempre, mientras yo andaba perdido.
Al mismo tiempo, en el seno de la familia, parecía que el infierno se hacía más llevadero, ya no eran tan seguidas las fuertes discusiones entre mis padres. Aunque de vez en cuando había una explosión de emociones, algo a lo que nunca me llegué a acostumbrar. No sé si mi sensibilidad extrema, fue la base perfecta, que predecía que en el futuro desarrollaría un trastorno mental y adicción, que me marcaría de por vida.
Anónimo